Siguiendo una frase que es casi un mandamiento en mi modelo de trabajo, “sedúcete a ti mismo” (o a ti misma), el autoconocimiento tiene un papel trascendental en este proceso. Encontrar un estilo de seducción personal y distintivo, tomando quizás diferentes recursos de modelos externos y de la búsqueda interna, es la manera de sentir que tienes éxito en el arte de la seducción.

Por eso, lo mejor es poner el objetivo adentro, y no afuera. Primero que nada debes conquistarte a ti… y luego conquistará el mundo.

Para eso necesitas:

  • Conocerte mejor. ¿Cuáles son tus recursos, tus potenciales, tus limitaciones?
  • Observar a las demás personas. ¿Cómo seducen? ¿Cuál es su estilo? No se trata de imitar, sino de desarrollar la habilidad de mirar, de sacar conclusiones, y siempre hay alguna cualidad que podrás incorporar respetando tu propio estilo.
  • Diferenciar los estilos y recursos para seducir, lo que te va a facilitar el trabajo de construir un modelo personal.

 Cuando hablo de los estilos para seducir, apunto a una línea o a un marco general dentro del cual pueden utilizarse diferentes recursos. Tomaré entonces como referencia tres estilos de seducción y además indicaré cuáles son los recursos más utilizados habitualmente dentro de cada uno de ellos.

El estilo intelectual o racional.

En este caso la clave de la seducción es el saber. Contar con información importante acerca de un tema en particular, o conocer de temas variados y distintos, sin lugar a dudas pone al otro en un lugar de respeto. La capacidad de asociación rápida, de abstracción, de análisis, de síntesis, de recordar hechos o conceptos, son parte de lo que se denomina habitualmente inteligencia.

Quizás el poder de la atracción intelectual radica en que se supone que detrás de un ser inteligente habitan otras cualidades que también son deseables, como la serenidad, la tranquilidad, el control de los impulsos, la empatía, la seguridad, la protección, el éxito laboral y el económico.

El estilo magnético.

Este estilo integra algunas virtudes personales que podríamos encuadrar dentro de lo que llamamos “magnetismo”, y dan lugar a que una persona se sienta absolutamente cómoda y atraída hacia alguien. Si el estilo con el que te identificas es éste, tienes las habilidades sociales necesarias para llamar la atención, generar curiosidad y provocar admiración, atracción interpersonal y deseo. Algunas claves son el sentido del humor, la capacidad de hacer sentir cómodo, confiado y relajado al otro, el dominio del discurso, la asertividad, la expresión de las emociones, el cuidado de la estética.

El estilo erótico.

Se trata del estilo que asociamos usualmente con la seducción. El atractivo del estilo erótico tiene como sustento principal la belleza física, de acuerdo a lo que es considerado bello en una determinada cultura. Las personas con estilo erótico te generan una atracción primaria y movilizan la química del deseo.

Si actúas utilizando las tácticas del seductor sensual, vas a resaltar tus mejores virtudes estéticas. Acomodas el vestuario para mostrar sugerentemente determinadas partes del cuerpo, moldeadas por la naturaleza, la gimnasia o la cirugía. Con el peinado, el maquillaje (o la falta total del mismo) y los accesorios como relojes, tatuajes, pulseras, aros, piercings y collares persigues el mismo objetivo: despertar el instinto erótico ajeno. Para complementar lo anterior, cuidas otros detalles asociados: el modo de caminar, los gestos al hablar o al escuchar, la mirada cautivante, el tono de voz susurrante, la media sonrisa, el perfume.

Este esquema planteado no es rígido ya que es posible que integres recursos de dos o más estilos, o incluso que a lo largo de la vida asumas estilos diferentes.

Finalmente viene el momento del autoanálisis: tú, ¿con que estilo te identificas?