
Por Ezequiel López Peralta
Parecería que las creencias en relación a cómo nos pensamos sexualmente hablando, están evolucionando en estos tiempos. Pero, sin embargo, todavía nos damos la cabeza contra la pared al encontrarnos con mitos muy negativos acerca de cómo es el funcionamiento sexual masculino.
Comenzar a derribarlos es no sólo una tarea de hombres, sino también de mujeres, poniéndonos a trabajar en equipo si es que estamos en pareja.
Analizando los testimonios de mis pacientes, así como los cientos de mensajes que me llegan de hombres al borde de la desesperación por sus dudas y su insatisfacción sexual, preparé una lista de los tres mitos sexuales masculinos más frecuentes -y creo yo más destructivos del placer en la pareja- con sus correspondientes respuestas.
Los hombres no fallan.
Casi como una máquina perfecta, el pene debe reaccionar de inmediato al estímulo sexual, independientemente de cualquier interferencia o situación desventajosa. Y claro, ante todo debemos pensar que somos personas, y como tales nos vemos influenciados por diferentes factores que pueden disminuir o incluso bloquear nuestra respuesta sexual: conflictos de pareja, relación “fraternal” o de “roomates”, situaciones de stress, procesos de duelo, baja autoestima, incomodidad con una situación o persona en particular, presiones internas y externas, exigencias desmedidas, además del cansancio, el alcohol, las medicaciones y las enfermedades médicas, entre otros.
Entonces para que se produzca una erección y tengamos un cierto rendimiento sexual, tienen que darse condiciones mínimamente favorables y la tarea que tenemos los hombres es la de darnos cuenta de cuáles son los factores que nos motivan, cuales nos inhiben y por supuesto respetarnos sin exigirnos por demás.
En este punto, recurro a una frase célebre de la teoría de la “sabiduría del pene”: cuando el hombre no dice que no quiere o no tiene ganas, su pene lo dice por él.
El hombre es el responsable del placer de la mujer.
Arrastramos desde tiempos inmemoriales el esquema del hombre activo y la mujer pasiva en el sexo, que trae implícita la idea de la mujer como objeto para el placer masculino. A partir de allí, incluso cuando se comenzó a permitir el goce de la mujer -primero en el marco de una relación de pareja-, la responsabilidad del placer de ellas estaba depositada en la habilidad sexual del hombre. Si una mujer tiene por ejemplo múltiples orgasmos, es porque el hombre “es bueno”, y si no los tiene entonces se evidencia lo contrario. Y claro que esto es falso, la primera responsable de su propio placer es la misma mujer, que debe aprender a conocerse, a explorarse, a pedir lo que le gusta, a poner límites a lo que le produce displacer. El rol del hombre es el de observar las reacciones de su pareja, ponerse en su lugar y actuar en consecuencia.
Si en una relación sexual no tenemos erección, entonces no vale la pena continuar.
Ésta es una escena repetida, y quizás la hayas vivido alguna vez. Por alguno de los motivos que mencionaba antes, el pene se “rebela” y se niega a funcionar, o quizás comienza todo bien pero en algún momento se pierde la rigidez. Lo más común en ese momento es que el hombre se enoje, se angustie y se sienta decepcionado de sí mismo. A veces la pareja es comprensiva y lo acompaña, pero otras veces echa más leña al fuego y le reprocha a él que no la complace, o comienza con un interrogatorio interminable para averiguar si el problema son sus “rollitos”, que se acabó el amor o si en realidad hay una tercera en discordia. Son pocas las parejas que logran tomarse la situación con naturalidad, y a pesar de eso seguir jugando, acariciándose, besándose y buscando otras alternativas para el placer sexual.
Como sexólogo te recomiendo si alguna vez te ocurre algo así (lo que es tan probable como que tengas una caries) que no te dejes llevar por la angustia y recuerdes que mientras tanto tienes muchísimas opciones para disfrutar más allá de un pene erecto.
De más está decir que estas creencias falsas son un caldo de cultivo para todas las disfunciones sexuales masculinas: eyaculación precoz, disfunción eréctil, eyaculación retardada, bajo deseo sexual. Es por eso que, como siempre insisto, una buena salud sexual se basa en una buena educación sexual.
Espero que estas palabras te sean útiles para enriquecerte y despojarte de conceptos negativos. Si deseas que toque algún tema en particular en este blog, con mucho gusto recibo tus propuestas en mi correo electrónico y en mis redes sociales. Y recuerda, el sexo es para disfrutar, no para competir.