Hace muchos años recibí a una pareja en mi consultorio, muy jóvenes por cierto. Cuando les pregunté el motivo de su visita, ella comentó: “Es que no tengo orgasmos… es decir, los tengo, de muchas maneras, pero no cuando él me penetra…”. Su compañero relató su vivencia al respecto: “Me siento poco hombre, y a veces me pregunto si realmente le gusto… de hecho pensamos casarnos, pero si no resolvemos esta situación tan tremenda nuestra relación se termina”.

Me marcó tanto esta consulta, que de hecho inspiró uno de los capítulos de mi libro “Crónicas eróticas”.

De este diálogo se desprenden varias cosas. En primer lugar, la angustia que aparece cuando las personas sienten que no cumplen con las expectativas sexuales propias y las de su pareja. Por otro lado, la responsabilidad que asume el hombre en la respuesta de orgasmo femenina. Finalmente, una clara desinformación sobre cómo se produce el tan ansiado orgasmo.

El mandato social que recae sobre las mujeres, es que el orgasmo debe producirse con el estímulo del coito. Así, se ratifica la necesidad de un pene (por lo tanto de un hombre) para que las mujeres lleguen al pico del placer. Sin embargo, diferentes estadísticas que se han realizado desde los famosos informes Kinsey de la década del 40 hasta la actualidad, revelan que no es la vagina sino el clítoris el órgano que tiene mayor responsabilidad del orgasmo en la mujer. Dicho de otra manera, aproximadamente la mitad de las mujeres precisan de estímulo directo en el clítoris para alcanzar el orgasmo: caricias, frotación, sexo oral, vibraciones. Entonces, la penetración puede producir mucho placer, pero generalmente no es suficiente para alcanzar el umbral orgásmico.

El orgasmo es, en definitiva, una respuesta a un conjunto de estímulos. Esos estímulos pueden ser psíquicos (fantasías, imágenes) y físicos (del clítoris, la vagina, los labios vaginales, los pezones, el cuello, las orejas, los labios, entre otros). En general hay una confluencia de sensaciones placenteras que, en su conjunto, dan lugar al orgasmo femenino. Pero sin dudas es el clítoris el órgano fundamental, secundado por tu mente que, bien “encendida”, te permite tener la mejor disposición para que los juegos eróticos sean bien intensos.

Entonces en resumen, las condiciones básicas para llegar a un orgasmo son:

  • Los estímulos sexuales efectivos, esos que a ti te aumentan la excitación y te dan mucho placer.
  • La persistencia de los estímulos sexuales. Porque puedes tener buen estímulo, pero no se mantiene el tiempo que necesitas y entonces no llegas al orgasmo.
  • Tu concentración en esos estímulos. Porque si tu pareja te gusta, y además hace lo que te gusta, pero tú estás pensando en que hoy se vencía la cuenta del gas… o fuerzas ese orgasmo en vez de dejar que las cosas fluyan… entonces no fluirán.

Analiza estos diferentes factores, y verás que te será más fácil generar los cambios en tu vida sexual para alcanzar el tan preciado orgasmo.

Con la información adecuada vas a comprender qué es lo que necesitas realmente para disfrutar al máximo, y no le vas a dar lugar a exigencias sin sentido que solamente te angustian y te producen insatisfacción.